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Sobre el Tratamiento Adecuado de los Tumores.

Foto del escritor: Fank Nava Fank Nava

Por. Adolph Lippe, MD.

(The Hahnemannian Monthly, Vol. 1, Junio, 1866)



¿Qué son los tumores? ¿Cuál es su carácter y en qué consisten? Es probablemente la primera pregunta que se presenta a nuestro entendimiento, y para resolver a esta cuestión no podemos hacer nada mejor que consultar a las más altas autoridades en la materia. El profesor Virchow, quien es el líder reconocido de la nueva escuela fisiológica, dice lo siguiente de los tumores:



“La misma ley que regula el desarrollo y formación del cuerpo también gobierna y regula el desarrollo y formación de tumores, otra ley independiente o nueva no existe en ninguna otra parte, lo que puede determinarse de esta manera, lógicamente, puede también ser demostrado empíricamente, a través de un examen directo de los tumores. Niego que (como enseña Bichat) los tumores son formados y existen en el cuerpo por medio de leyes diferentes. Me parece que todos los tipos de tumores, (siendo de cualquier tipo), corresponden en general con las formaciones típicas conocidas del cuerpo y que las diferencias esenciales entre los diversos tumores consisten en sí mismas. Que las texturas del cuerpo, texturas normales, a parecen a veces en la forma de tumores, en lugares donde se encuentran estas texturas en una condición normal, y otras veces en lugares donde no se encuentran estas texturas en condición normal. A la primera le llamo, homologa, y a la segunda heterologa.”


Con esto él quiere decir, que todos los tumores, y los más parasitarios son todavía constituyentes y partes del cuerpo directamente emanados del mismo cuerpo, y que las leyes que gobiernan el cuerpo también gobiernan los tumores.



El docto profesor, trabaja en absurdos lógicos, como el mismo mas allá contempla que todos los tumores son “Aberraciones saludables con carácter de peligro” o como el mismo lo expresa más claramente; “La patología es logia física con impedimentos.” La química no ha arrojado ninguna luz sobre el tema, y de nuevo cito de Yirchow, él dice;



“Todos los posibles tumores han sido analizados químicamente y tratados, mas aun mal tratados; era la forma de poner la cuestión que no era bien entendida. En cualquier caso nada se pudo encontrar que pueda haber sido llamado sustancia característica de cada tumor, todo lo que finalmente fue descubierto fue, que en cuanto mas maligno el tumor era, la más albuminosa materia contenía.”



Los de una forma más leve, revelan más que los malignos, por las formaciones estructurales que se vieron fueron mejor analizadas en su composición química.



Por otro lado, la homeopatía exige que con el fin de curar a un paciente, todos sus síntomas deban de ser considerados, y que la totalidad de los síntomas por si sola constituya la enfermedad. El tumor, (cualquiera que sea su naturaleza) constituye una parte de esa totalidad de los síntomas; y nosotros a la vez observamos, lo que las investigaciones científicas puedan revelar, la naturaleza del tumor, si la química no ha revelado nada, el microscopio lo hará; aunque no nos puede dar una pista sobre la causa del tumor, o llevarnos a la selección del remedio.



Pero supongamos que un tumor es una enfermedad local, un padecimiento en sí mismo, que existe independientemente de cualquier otra condición perturbada del organismo enfermo, tendríamos entonces que recurrir a forma de necesidad y evidenciados por hechos erróneamente asumidos, al uso de medios mecánicos, para la eliminación de dichos tumores, y esperar tan racionalmente que el paciente se recupere rápidamente sin experimentar ningún posible mal resultado de tal medida plausible.



La experiencia enseña suficientemente que tal suposición es errónea, tenemos sino que examinar al paciente que sufre de cualquier tumor, y pronto aprenderemos que el tumor es solo una parte muy pequeña de su enfermedad. Puede ser un síntoma concomitante, apareciendo con otras condiciones de perturbación en el sistema; y nos puede ser difícil entender que relación estas condiciones alteradas se mantienen patológicamente, sin embargo debemos tomar nota de cada uno y todos los síntomas del paciente, porque el estado de enfermedad del paciente esta representado únicamente por ellos colectivamente.

Si debemos aceptar la primera definición de tumores, y encontrarles solo impedimentos fisiológicos gobernados por ningunas otras leyes que aquellas que gobiernan el cuerpo, entonces estaríamos justificados en condenarlos al tratamiento quirúrgico. Si somos verdaderamente homeópatas y consideramos que el tumor es solo una parte de los síntomas del paciente, aplicaremos la ley de la curación como fue entendida por los seguidores de Hahnemann.



Lo mejor, más aun, el único modo de determinar la exactitud de cualquier proposición es el examinar los registros de los resultados de la aplicación de estos dos principios opuestos. Antes de defender la innovación, sobre cualquier costumbre honrada en cualquier momento ej., consignar todos los tumores al cirujano, vamos primero a investigar cuales han sido los resultados de tal tratamiento. Vamos a estudiar para este fin las estadísticas de los defensores de ese tratamiento. De ese modo, nos encontramos a la vez una dificultad que no puede superarse fácilmente, y esa dificultad es, la cuestión que se plantea;



“¿Que es una curación para el cirujano?”



Tenemos algunos casos sobre este punto que ilustraran esta cuestión.



Una celebridad muy conocida en la cirugía, de esta ciudad, escribió un artículo para una revista médica, (un gran numero de las cuales fueron dadas de baja por distribución privada). En dicho artículo, siete casos de tumores ováricos se reportaron extirpados en nueve meses, y “Curados.” Ocho meses después de la fecha del informe el último paciente sobreviviente, encarga distribuir este “aviso” y unos días más, ella se enferma y muere. Aun así su caso, y los seis casos anteriores al de ella son reportados hasta el día de hoy como evidencias de “Curación” podríamos con mucha más propiedad referirnos a estos casos como inconfundibles evidencias de que las operaciones ej., extirpaciones, fracasaron al llevar a cabo lo esperado, una “Curación.”

Por lo tanto seria irrelevante para nuestro objeto el admitir lo que los cirujanos nos ofrecen como sus estadísticas, y lo que sería bueno en casos de tumores de ovarios y aplicable a todos los otros tumores.



Pero el cirujano nos dirá, que él no ha sabido de casos donde surgieron consecuencias por la extirpación de un tumor. Esta afirmación debe tomarse como lo que vale.



Hay médicos y cirujanos que tienen ojos, pero no ven claramente. Tenemos obstetras que dicen; Nunca he visto malos resultados por la administración del cloroformo o éter durante el parto; otros sostienen que los malos efectos nunca dejan de exhibirse después de que el cloroformo o el éter hayan sido administrados. La única diferencia entre estas declaraciones contradictorias es lo siguiente, “que el primer relator no vio lo que el segundo mejor observador vio.”



“Lo mismo sucede con el cirujano que falla al observar.”



Por otro lado, tenemos un largo número de casos reportados por homeópatas que han curado tumores de todos los tipos, bajo cualquier circunstancia, con el verdadero remedio curativo, sin recurrir a la cuchilla. Tales casos si fueron curaciones, los pacientes permanecieron bien, ni los tumores o cualquier otra enfermedad se presento después en un lapso de varios años.



Podemos ilustrar mejor nuestra posición mediante la adopción de una de las formas más peligrosas de tumoraciones, los de los ovarios. Existen dos especies diferentes de tumores de ovarios; 1. Los que contienen formaciones de quistes, 2. Los que conforman una masa solida. Entre los primeros encontramos el simple ovario hidrópico, quistes complicados, cystosarcoma, cystocarcinoma, e hinchazones coloidales, entre los segundos la simple hipertrofia, fibroma, encondroma, el escirro, y tuberculosis de los ovarios.

El célebre profesor Scanzoni y otros, dan descripciones muy precisas de estas variadas condiciones patológicas pero suelen decir; que “Las peculiaridades anatómicas de los tumores no pueden determinarse en el enfermo sino en la mesa de disección.” Por lo tanto, tácitamente admitiendo la gran dificultad de pronosticar en el ser vivo las peculiaridades anatómicas de un tumor dado. Si tenemos en cuenta además los resultados de la operación, (extirpación) como se presentan en una colección de sesenta y cuatro casos por Simón, (que solo reclamo 12 curaciones) mientras que por sus propias estadísticas la mortalidad ascendió al 72% incluso, aceptando con desconfianza estos doce casos reportados como curados, debemos dudar muy enserio de la recuperación final de los operados y desde luego abandonar toda idea de imitar tal práctica sin esperanza, sabiendo además la dificultad reconocida en cuanto a la determinación de las peculiaridades anatómicas de los tumores.



Por otro lado, la experiencia nos ha enseñado que los tumores de ovario se rinden al remedio homeopático, pero como debemos encontrar el remedio curativo es naturalmente la primera cuestión. El carácter del tumor o sus peculiaridades anatómicas tan difíciles de determinar, arrojan muy poca luz al respecto. Y en la misma proporción que los tumores difieren entre sí mismos a sus peculiaridades anatómicas, habrá también la absoluta inutilidad de averiguar por qué en esta persona el tumor asume una cierta forma y en otra persona otra. Nos queda más que inferir que varios y diferentes remedios puede ser aplicables, como agentes homeopáticos curativos, en personas que sufren de diferentes, aunque similares, enfermedades. Esto si sabemos entonces que la individualidad del paciente determina la peculiaridad anatómica del tumor, y por eso debemos de curar cada caso individual, guiados por los síntomas individuales característicos del paciente, no podemos esperar nunca el encontrar por inferencia un remedio especifico para una enfermedad que se presenta en muchas personas diferentes con tan palpables diferentes peculiaridades anatómicas.



Siguiendo este precepto, encontraremos, para nuestro asombro que variedad de medios están al servicio de la recuperación natural si son bien asistidos, y que tan extraño es el proceso por el cual algunas de estas enfermedades son curadas.

Recuerdo un caso muy instructivo en el que una dama, sufriendo de tumores de ovarios grandes enquistados, se recupero. Después de un tratamiento preliminar con un remedio antipsorico, correspondiente a síntomas no necesariamente partiendo de la enorme hinchazón, comenzó a sufrir de fiebre alta, evidentemente una condición inflamatoria de uno de los quistes para los que BELL. Fue administrado en el curso de 24 a 48 horas después de que la alta condición febril había aparecido una descarga muy larga de los contenidos del quiste se llevo a cabo por la vagina, y después la hinchazón continuo más pequeña, este proceso se renovó y poco a poco, pero lentamente, una mejora en su condición y una gran disminución de la hinchazón apareció. Bajo determinadas circunstancias; APIS, LACH, GRAPH, LYC, BROM, y IOD. Han sido de gran utilidad en estas enfermedades.



De la misma forma vamos a tener que tratar a todos los tumores, y como encontramos el remedio curativo para muchos casos de Fungus Hemotodes, en PHOSPHORUS, guiados por un síntoma pequeño y aparentemente insignificante registrado por Hahnemann, (pasado por alto por muchos y negado por otros) “Las pequeñas heridas sangran mucho.” Encontraremos por la aplicación similar de analogía el remedio para muchos casos aparentemente similares sin esperanza.



Bajo tratamiento estrictamente homeopático nunca observamos la formación de ninguna especie de tumores. Si un paciente que sufre por una tumoración se presenta a tratamiento y aceptamos los principios anteriores y las conclusiones trazadas por ellos, debemos como homeópatas prescribir el remedio similar para su enfermedad representada por los síntomas colectivos, el tumor forma solo una parte de ellos. El resultado será una recuperación total.



El tumor dejara de crecer, se absorberá o será expulsado como un cuerpo superfluo, como por ejemplo en algunos casos de pólipos. Pero si el tumor ha dejado de crecer, si la enfermedad está comprobada, si en todos los demás aspectos, el paciente permanece bien, y sin embargo el tumor se niega a desaparecer porque la constitución o como puede ser llamada la naturaleza no es lo suficientemente poderosa para disponer del depósito de la producción de la enfermedad, si tal caso ocurre, entonces podría entrar en cuestión si la eliminación de este depósito por medios mecánicos (esto es por cirugía) no sería aconsejable.

Si los principios aquí expresados son correctos sigue quedando al medico el decidir por el mismo si será gobernado exclusivamente por ellos, o si prefiere ser gobernado por nuevas contingencias en lugar de adherirse a los principios asentados. La solución a esta cuestión se deja al juicio de cada practicante y no puede ser alcanzada por el presente artículo cuyo objeto solo ha sido definir los principios homeopáticos aplicados a la curación de los tumores.

ADOLPH LIPPE M D.

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