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Clasificación de los remedios.

Foto del escritor: Fank Nava Fank Nava

Por. Dr. Adolph Lippe.

Traducido de: (The Hahnemannian Monthly, Vol. 3 Filadelfia, Diciembre, 1867)



Leído ante la sociedad médica homeopática del condado de Filadelfia, Octubre, 1867.

Los hombres más eminentes en la profesión, han tenido en todo momento la necesidad de organizar la Materia Medica sistemáticamente. Esta necesidad surge del aumento diario del conjunto de hechos exclusivamente atractivos a la memoria, y se vuelve necesario sistematizar estos hechos, con el fin de ayudar a la memoria, y facilitar la selección del remedio, en un dado caso de enfermedad.


El modo y la manera de dicha clasificación sistemática, de las drogas depende en gran medida sobre las observaciones consideradas con respecto a la acción de las drogas en general, en la comprensión de la ley que gobierna la relación existente entre la droga y la enfermedad, y en la adaptación de una u otra, escuela (patológica) en la terapéutica.

En proporción a la veracidad de las observaciones y opiniones de los varios autores de los diferentes intentos para clasificar los remedios, fueron estas clasificaciones ventajas para la profesión y capases de aportar ayuda en la realización del objetivo. Los médicos de la escuela común que estaban siempre ansiosos a presionar todo caso de enfermedad y todos los cambios y condiciones de enfermedad anormales en una librea patológica; sistematizando la materia medica de acuerdo a; y entre más difundidos eran sus puntos de vista sobre las condiciones patológicas mas distribuidas fueron las clases bajo las cuales los remedios conocidos fueron clasificados. De hecho el libro patológico ilustrado de cada subsiguiente escuela sirvió para la fundación de una materia medica sistematizada. Para enfermedades inflamatorias, el aparato antiflogístico era requerido; si era el objetivo de la escuela imitar a la naturaleza o a la crisis natural, y si esa crisis consistía en sudor, los sudoríficos eran convocados, para atacar la enfermedad. Cuando la acción de los riñones era considerada tardía, su inactividad o acción suprimida era hecha responsable por el desarregló de la economía vital, y los diuréticos eran ordenados para ayudar a la naturaleza a restaurar el equilibrio perdido; o uno por uno de entre los varios agentes eran llamados a actuar, de acuerdo a la noción del médico, y el, sugeriría un “drasticum” o un “nervinicum” o un “tonicum” o “excitans” un “irritans” un “febrifugum” un “ecbolicum” un “Haemostaticum” un “resolvens” un “sternutatorium” un “antiscorbuticum” un “anthelminticum” un “emeticum” o “purgans” o un “narcoticum” un “absorbentium” un “adstringens” un “antispasmodicum” un “emoliens” o un “expectorans” etc. etc., para realizar algún deber especifico en alguna o varias de las provincias rebeldes del organismo.


Como homeópatas, evitamos todo vaivén inútil de teorías; no nos detenemos en definir la naturaleza de la enfermedad; estamos completamente satisfechos cuando damos una simple y sencilla definición de enfermedad bajo una simple y sencilla formula y decimos; “Las enfermedades son dinámicas, alteraciones virtuales de la salud.” Esta fórmula contiene en si el programa de una inmensa revolución dentro del dominio de la filosofía médica.


Nuestra definición de enfermedad es muy diferente a aquella de la escuela alopática, ecléctica o fisiológica; nuestra ley de curación no solo difiere de la de ellos, sino que está bien definida, no basada en el vago empirismo; y de igual manera nos corresponde buscar y encontrar para nosotros mismos una clasificación de los remedios. Y en este punto en particular, así como en todos los otros puntos encontramos que una reconciliación entre la homeopatía y la alopatía esta por siempre fuera de cuestión. Es evidente que mientras las varias escuelas reconocen varias leyes de curación y varias definiciones para enfermedad, no pueden tener nada en común, no podemos aceptar ninguno de los métodos previamente ofrecidos para la clasificación de los remedios. La proposición arriba citada será mejor entendida brindando una pequeña y practica ilustración.


Si observamos por ejemplo, los sudoríficos de la vieja escuela, parecerá muy evidente que una clasificación de ese tipo puede ser perfectamente útil para nosotros; y de igual forma todas las otras clasificaciones prueban serlo.


Estamos hechos para entender que un sudorífico, o, lo que es sinónimo, un diaforético, causa transpiración por su acción como excitante. Con nuestra definición de enfermedad, con nuestra ley de curación, no podemos creer que debamos hacer a una persona enferma sudar. Supongamos que somos llamados a curar a un paciente donde la queja principal es el sudor, de acuerdo a nuestra ley de curación debemos administrar un remedio que causa un efecto similar en una persona sana (un llamado sudorífico). Aprendemos de las clasificaciones comunes de la vieja escuela que Eupatorium, Tart. Em, Ipeca, Opium, Xanthoxylum, etc., son diaforéticos. ¿En que nos ayuda eso?


¿Cómo podemos reconciliar a nuestra ley de curación con la clasificación de los remedios de la escuela común? No aprendemos nada definido sobre las diferentes acciones de los diaforéticos--- como sabríamos cual de las drogas excitantes del sudor sería aplicable en cada caso individual. ¿Estamos como para abandonar nuestros principios o ley de la curación, mientras estamos ansiosos por reconciliar nuestra escuela con una o todas las otras escuelas; administraríamos uno u el otro de los diaforéticos, y uno después de otro, o mezclaríamos un buen numero de ellos y administraríamos esta mezcla con riesgo de peligro?


Por muy grande que sea nuestra ansiedad para inventar tal, fusión conciliadora, nuestro paciente muy probablemente continuara sudando bajo esta práctica de mezclas. Nuestra escuela por si sola nos da luz sobre este tema; y le damos la espalda a los sudoríficos, que eran. Y fieles a nuestros simples principios y reglas prácticas, por siempre verdaderas, comenzamos a examinar a nuestros pacientes un poco más de cerca.


Nuestra primera pregunta muy probablemente será; en cuanto a la localización del sudor, ¿De dónde sudas? ¿De todo el cuerpo o solo de ciertas partes, y que partes son?

Se nos informa que el paciente suda de todo el cuerpo menos de la cabeza, y notamos como remedios correspondientes; RHUS T, SAMBUCUS, BELLAD, SEPIA, MERC VIV, NUX VOM, y THUJA. Consideramos a estos remedios bajo esta condición.


En seguida nos enteramos de que la transpiración es debilitante; y entre estos remedios anotados arriba a cuenta de su localización similar de nuevo son tomados en cuenta, SAMBUCUS, MERC VIV, SEPIA, y NUX VOM. Ya que es un síntoma característico de RHUS T, y THUJA, que la transpiración que causan no debilita, son hechos a un lado.

Conociendo la localización y la clase de transpiración que presenta el paciente ahora también pasamos a las condiciones.


La transpiración en cuanto a tiempo; es peor de noche, y condicionalmente peor antes de ir a dormir y después de despertarse.


Después de los últimos remedios dos veces marcados volvemos a tomar en cuenta, MERC VIV, SEPIA, y SAMBUCUS, y cuando finalmente sabemos que la transpiración inicia en la cara, que cuando el paciente duerme la transpiración cesa y un calor seco sobreviene, (no dudaríamos ni por un momento) y curaríamos al paciente de acuerdo a sus síntomas individuales bajo la ley de los semejantes con SAMBUCUS.


En el caso aquí citado, no hubiéramos tenido beneficio alguno de la clasificación generalizada de la escuela patológica, ni de la clasificación generalizada de los remedios de cualquier otra escuela; debemos individualizar en cuanto a localización, clase, condición, y combinación. Y si tenemos clasificados nuestros remedios bajo todas estas direcciones y de acuerdo a todas las posibles individualidades bien podemos descartar el intento de generalizar de otras escuelas de clasificar los remedios. ---- descartarlas no solo en lo particular sino en conjunto.


Y la fuente de la cual deriva esta individualización del conocimiento de la acción de las drogas, que nos permite aplicarlas para la curación de la enfermedad, y nuestra ley de curación es nuestra materia medica, basada en la experimentación de las sustancias en el hombre sano.


El conocimiento de la acción de las drogas incluye el conocimiento de la relación de las drogas de una a otra, y como están relacionadas entre sí; para poder clasificarlas.

La escuela común al igual que su excrecencia, la ecléctica, clasifican de acuerdo a su propensión generalizada, regresando a la ilustración arriba citada solo conocen sudoríficos. Nosotros los conocemos como conocemos otros remedios y los clasificamos de forma similar. Esta similitud y relación, pueden ser múltiples, y los remedios pueden ser similares y relativos, en cuanto a que su similitud afecta la mente o ciertas partes (órganos y tejidos) del cuerpo; en cuanto al tipo de dolor que pueden producir; o en cuanto a la dirección que los dolores toman en el cuerpo, de un lado al otro, o de abajo hacia arriba, etc., o en cuanto a las condiciones (calor, frió, descanso, movimientos, hora del día, temporadas, etc.) en cuanto a combinaciones etc.


Y podemos continuar con estas subdivisiones individualizadoras casi hasta el infinito; y de hecho entre mas individualizamos mejor podemos aplicar nuestra ley de curación.

Y dicho esfuerzo para clasificar los remedios ha sido hecho por el Dr. Boenninghausen en su “Therapeutic Pocket book” este libro sugiere la única manera útil en la que una clasificación de los remedios puede hacerse. Puede y va a decirse que tal clasificación no es científica, porque no está en armonía con los conocimientos de la escuela fisiológica. Si el único objetivo del médico es curar al enfermo, no obstante, tal clasificación, ofrecerá el único medio disponible para lograr ese objetivo; todas las otras calificaciones basadas en principios generales fracasaran al ayudarnos en nuestro objetivo final; que es facilitar por medio de una clasificación de los remedios el hallazgo del remedio curativo aplicable en virtud de la ley de la curación.

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