C. V. Boenninghausen.
A. Mcneil, San Francisco.
Procesos de la decimocuarta sesión anual de la “Asociación Internacional Hahnemanniana,” Geneva Lake, Wisconsin, junio 6-9, 1893.
Cuando un remedio posee la propiedad de extinguir los síntomas producidos por otra medicina por la similitud de su propia acción (también en sus efectos secundarios) a los de la otra; designo a esta mutua afinidad que existe entre ellas con el nombre de “Relaciones.”
Parece por esta definición que hago una distinción esencial entre Relación y las simples propiedades como antídoto de la una a la otra. En este último caso, se intenta debilitar o neutralizar los efectos deletéreos en la intoxicación súbita. Si administramos un antídoto contra los efectos morbíficos que se producen con la suficiente antelación y así removerlos por su acción primaria, la experiencia muestra que solo nos hemos librado de la misma clase de efectos, mientras que todas las otras condiciones mórbidas de la víctima no han mejorado en lo absoluto. Es diferente en los casos donde se ha dado un antídoto que por su acción secundaria efectúa una cura. Si hemos seleccionado un remedio para el paciente que mejor corresponde homeopáticamente al grupo de síntomas (que en consecuencia está relacionado con la droga primero tomada), encontraremos como regla que no solo recientemente produjo síntomas de la droga, sino que también los ha extinguido curativamente, todas las dolencias dentro de su esfera de acción. Esta experiencia parece ser la explicación principal, de lo que, sin duda ha sido observado por todos los médicos homeópatas atentos, (es decir) que algunos remedios actúan mucho mas curativamente cuando han sido precedidos por alguna otra medicina “relacionada.”
Para el primer indicio de esto, (como todas las demás verdades demostradas en la homeopatía) (estamos en deuda con el observador sagaz fundador de nuestra escuela); Ver Organon, sección 172, et sequitus, en el método de tratamiento de enfermedades unilaterales o parciales. (Por ejemplo), podemos hablar de la eficacia probada de calcárea carbonica, después de sulphur, de causticum después de sepia, de lycopodium después de calcárea, nitric acidum después de calcárea y kali carbonicum; de sulphur después de arsenicum y mercurius; y de sepia después de silicea, nitric acidum o sulphur.
Que homeópata no ha tenido la oportunidad de demostrar la verdad de sus observaciones presumiendo que, al hacerlo así, siempre ha observado escrupulosamente el principio fundamental de la homeopatía SIMILIA.
Algunos han afirmado que era esencial, que el orden en que son administrados los remedios relacionados deba ser observado, por ejemplo, que A no debe estar precedido por B, y así sucesivamente. Pero si observamos cuidadosamente todos los casos que parecen confirmar esto encontraremos que algunas contra-indicaciones han sido pasadas por alto y que por lo tanto, el principio fundamental de la homeopatía no se ha observado estrictamente. Esto fue afirmado en particular de calcárea y lycopodium, pero puedo asegurarles que he visto muy a menudo lograr muy buenos resultados con calcárea después de lycopodium, cuando el complejo de síntomas fue tal que en un primer momento lycopodium debía ser seleccionado y después de que había terminado su acción, calcárea correspondía al remanente del caso, lo que no siempre ocurre.
La importancia del conocimiento de la relación de los remedios pronto apareció en mí, y me causo el instituir comparaciones particularmente en los últimos dos años: y en mis numerosos casos constantemente dirigir mi atención al mismo. Una excelente oportunidad para aumentar mi conocimiento de este tema me fue permitido al ordenar mis repertorios, y una mejor al escribir el, “Uebersicht der Haupt—Wir- kung’s—Sphäre der Arzneien.”
(Sumario de las principales esferas de acción de los remedios). Esto siempre lo he tenido en mi mente, de esta forma, aunque con dificultad alcance muchos resultados inesperados, que después los confirme por medio de la experiencia. Los frutos de los estudios y la observación, aunque imperfecta, en muchos puntos dudosa, (lo que he puesto en paréntesis). Que ahora dejo ante los maestros de nuestra ciencia para confirmación posterior y perfeccionamiento, para que este asunto tan practico e importante, ante la profesión se perfeccione mediante su experiencia y observación. Si esto es retomado, mi objetivo se habrá cumplido, y no temo a ninguna censura al presentarlo al sabio mundo.
Un conocimiento de cómo usar este sumario de las relaciones de los remedios, ya lo he dado al inicio, sin embargo, no será superfluo el mencionar brevemente lo siguiente:
1) Los remedios relacionados son antídotos mutuos, y serán más especialmente administrados como tales, de acuerdo a la similitud de los síntomas que, en las medicinas, incluso si tienen síntomas parcialmente similares y por lo tanto se probaran curativos de los síntomas de la droga y no paliativos o por su acción primaria. La razón probable es que cada remedio posee además de los síntomas fuertes, y claramente marcados, siempre también muchos más débiles, por lo tanto, alteraciones desapercibidas de la condición normal, que frecuentemente no corresponden a la droga no relacionada, por lo tanto, no homeopáticamente relacionado al complejo sintomático. No debe ser pasado por alto que cada remedio relacionado no es capaz de extinguir todo síntoma mórbido que la droga previamente administrada ha producido, sino que toda medicina puede manifestar tal efecto curativo si se encuentran dentro de su esfera de acción.
2) La experiencia muestra que los remedios relacionados actúan aun más curativamente, que las medicinas no relacionadas, cuando son administradas una después de la otra. Que el principio de SIMILIA merece siempre la primera y más indispensable consideración, esto es evidente por sí mismo. Pero usualmente cuando nos encontramos donde varios medicamentos están compitiendo por la elección, que uno u otro está entre los remedios relacionados y si no hay contraindicación, entonces es recomendable que ha ese remedio siempre le sea dada la preferencia más particularmente en los casos crónicos y complicados. Me ha ocurrido a mí mismo que al hacer un examen más profundo y cuidadoso se ha descubierto que muchos síntomas hasta ahora habían sido pasados por alto, lo que daría al remedio relacionado una decidida preferencia, y así entonces cada vez, el resultado fue claramente satisfactorio.
3) Las llamadas enfermedades unilaterales presentan una excelente oportunidad para la utilización de “las relaciones de los remedios” el tratamiento de tales se presenta tan difícil por la falta de un suficiente número de síntomas característicos. En este caso un remedio imperfectamente seleccionado[1] muy frecuentemente ocasiona tal cambio
en la condición general, y a la vez saca indicaciones características de modo que ya no es difícil seleccionar un remedio relacionado que adecuadamente corresponda al nuevo complejo sintomático, y por lo tanto así curar la totalidad de la enfermedad principal juntamente con los síntomas concomitantes nuevos. En esto, (por ejemplo) entre otras descansa la (exagerada) reputación en la cura de “Las intermitentes” de NUX después de IPECA y CINA después de CAUSTICUM que obtuvieron hace varios años. La enfermedad era constituida de tal manera que el remedio administrado por último correspondía al caso, después de que el sistema había sido preparado por el que se había dado primero. He visto también en otras formas de enfermedad, crónicas, así como agudas, varias veces que algo similar ocurre.
4) Las ventajas de un conocimiento preciso de las “relaciones de los remedios” es aún mayor en las enfermedades crónicas que en las unilaterales. Que casi siempre requieren para su curación “varios remedios en sucesión.” En cada caso aprendí a apreciar su beneficio esencial, cuando tras agotar la acción de un remedio seleccionado cuidadosamente, tenía siempre que seleccionar otro que se situaba en relación muy cercana al anterior. El efecto saludable de tal remedio elegido con precisión de acuerdo a la ley de los semejantes, por lo general superaba todas las expectativas. A menudo lo he encontrado de mucha ventaja en casos crónicos pobres en síntomas, por lo tanto, difíciles de curar, para así organizar el orden en el cual los remedios deben seguirse unos a otros y por supuesto que deben ser concordantes, si síntomas no aparecen durante la curación que sugieran un cambio necesario. Al hacer esto, un remedio debe corresponder a la queja principal otro a los concomitantes. En mi práctica reciente como regla general dar los remedios relacionados en sucesión da un resultado más favorable y más rápido que repetirlos cosa que ahora hago solo rara vez. Y solo cuando el medicamento solo ha producido una disminución cuantitativa de los síntomas sin haber causado el menor cambio cualitativo en la imagen de la enfermedad.[2]
5) Más de una vez me ha pasado, que dos remedios relacionados compiten muy de cercas tanto que una elección es difícil, y cada uno teniendo algunos síntomas concomitantes del caso que el otro no poseía. En estos vi los mejores resultados cuando continuamente alterne con ambos a intervalos no muy largos, por lo que siempre uno era administrado antes que el otro haya agotado totalmente su acción. Los efectos primarios se debilitaron gradualmente y duraron un periodo más corto. La mejoría aumento y a menudo no fueron necesarios otros medicamentos para completar la curación.
Recientemente he encontrado la advertencia de nuestro consejero Hahnemann, muy útil; cuando las repeticiones son necesarias en estos como en todos los otros casos dar potencias diferentes y mejor inferiores.
6) Sucede ocasionalmente que después de la administración de un remedio aparentemente indicado, los síntomas aumentan en una severa agravación sin una mejoría seguida.[3] Este no es siempre el resultado de un precedente abuso de la misma medicina y la razón es en muchos casos imposible de descubrir. En este caso una dosis de un remedio relacionado que corresponda extremadamente bien a los síntomas debe ser expuesta. Yo no espero mucho tiempo por la reacción, sino que pronto doy otro medicamento que se relacione lo más estrechamente posible al primero. Por lo tanto casi siempre he tenido la alegría no solo de obtener un alivio rápido de la agravación, sino que también una considerable mejoría de la completa condición mórbida original.
Por último hay que añadir a las ventajas de un conocimiento un tolerablemente completo sumario de las relaciones de los remedios para con ello lograr una visión más clara de la más o menos extensa esfera de acción de los remedios y de sus múltiples poderes curativos. Ciertamente estos beneficios, solo pueden obtenerse en parte por un intento como este. Sin embargo, cuando hayamos adquirido mediante cooperación mutua, las experiencias y observaciones, que espero resulte, un sumario con un gran alto grado de integridad. Que contribuirá en gran medida a nuestro conocimiento del verdadero genio de los remedios. Esto sucederá cuando por medio de un estudio comparativo de sus efectos puros en el cuerpo humano y sus relaciones afines a otros medicamentos se mantenga a la vista.
Concluyo esto invitando cordialmente, a todos los homeópatas observadores, que me comuniquen, en privado, o mejor a través de las revistas homeopáticas, sus experiencias indudables, fiables, relacionadas con este tema; cuya importancia ha sido claramente expuesta.
De apenas menos importancia en la práctica es, un conocimiento exacto de la incompatibilidad de los remedios, y esto también ha sido para mí un tema serio de investigación. Pero lo que he logrado hasta ahora es muy poco e incompleto, por lo tanto, siento que mejor debo retenerlo del presente, y renuevo la petición hecha a mis colegas de comunicar sus observaciones sobre este tema también.
[1] Entonces los casos unilaterales en los que con frecuencia el organismo se manifiesta con ligera sensibilidad a la acción de los remedios y los síntomas concomitantes son muy deseables, han sido últimamente los únicos donde se vuelve necesario administrar dosis más fuertes. En todos los otros casos tuve éxito con la parte más pequeña de una gota de la decillonesima dilución, de hecho con una fluxión de esa potencia. Consecuentemente yo supongo que como regla, toda perturbación externa es culpable cuando solo dosis fuertes del remedio actúan. [2] Incluso con las ultimas circunstancias ya que he prestado especial atención a la repetición de los remedios he visto en muy pocas veces suficientes beneficios de otras dosis más que de la primera, y de hecho e visto lesiones, y esas también mas particularmente cuando las más altas potencias son administradas. [3] Solo paso una vez que bajo estas circunstancias una segunda dosis del mismo remedio causo una mejoría e inclusive esta no fue permanente.
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